He pensado en el tiempo desperdiciado en esperas vanas.
Aunque quizás lo sobrevalore demasiado.
Estamos condicionados al horario y al reloj como si nos fuese la vida en ello.
Y constantemente pensamos que se nos acaba el tiempo.
Agotamos los momentos del día esclavizándonos por etapas.
La etapa de despertarnos, la de desayunar, la de trabajar, hora de comer, volver a trabajar, hora de cenar y después de todo eso…. Ahora si, podemos disfrutar del tiempo libre. Aunque en ese momento estamos tan cansados que vamos a dormir y pensamos que el día de mañana será mejor porque aprovecharemos mejor el dichoso tiempo.
Se ha perdido el valor del “carpe diem” y con él, el valor de los sueños.
No queda espacio para soñar. Y es importante, porque cuando sueñas, imaginas e inventas, y te sumerges en el poderoso universo del sentir. Aquel que nos empuja a realizar acciones que no haríamos normalmente, por pereza, o evidentemente, por falta de tiempo.
No es cuestión de tiempo...
ResponderEliminar...por bonito que suene,
y rebelde...
...puede ser el inicio,
puede ser el aire.
Hoy nació mi hermano,
rebelde como nadie.
Salut